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La rutina del baño, ¿ayuda a dormir al bebé?




Es frecuente que se incorpore el baño nocturno como parte de la rutina del sueño. Es una costumbre de nuestra cultura que, sinceramente, desconozco de dónde proviene. Sin embargo, cuando conocemos experiencias de diferentes familias, observamos que no siempre colabora con el sueño. Pensemos por qué:


El baño es una experiencia sensorial muy intensa, en tanto se estimulan múltiples sentidos a la misma vez. Todo el cuerpo se encuentra sumergido en una experiencia sensorial diferente al resto del día, donde también puede verse involucrada la cabeza: el pequeño siente el agua que cubre sus ojos y oídos, el gusto del agua jabonosa, la sensación de respirar con el agua en el rostro.


Se involucra el tacto de forma intensa, en tanto toda la piel percibirá esta sensación. Lo auditivo también forma parte, pues el agua tendrá un sonido particular, que se vincula con los movimientos que el bebé haga en el agua. Cuando descubre que con su cuerpo puede “chapotear”, muchas veces resulta sumamente interesante y excitante de hacer.


Otro aspecto importante es el movimiento del cuerpo y la sensación o no de seguridad. Especialmente cuando son pequeños y no tienen dominio de su cuerpo, dependiendo del sostén del adulto. Esta experiencia puede ser desconcertante y provocar inseguridad y miedo.


Generalmente, con el correr de los meses, pasa a ser una situación agradable, de disfrute y descubrimiento. Pero no dejan de ser muchas sensaciones al mismo tiempo.


Cuando el niño o la niña ya están cansados, estas sensaciones pueden ser difíciles de gestionar, provocando mayor excitación, o por el contrario, irritabilidad.

¿Cómo sabemos si el baño ayuda con el sueño?


Porque los adultos pueden reconocer que colabora. El bebé termina la actividad de buen humor, incluso relajado, y el inicio del sueño se genera de forma rápida y fácil.


Por el contrario, si luego del baño queda irritable o sobreexcitado, será más difícil llevarlo a una condición de relajación, imprescindible para poder iniciar el sueño de forma saludable.


Si identificamos que esta actividad no está colaborando con el sueño, la respuesta es sencilla: simplemente se mueve en la rutina diaria. En vez de asociarla a dormir, podría ser luego de la última siesta en el día, o previo a cenar. Siempre el objetivo será que sea una experiencia gratificante para el bebé y sus cuidadores, siendo funcional con las costumbres familiares.


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