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Abuelos, abuelas y crianza: construyendo respeto mutuo

¿Te pasó alguna vez que el abuelo o la abuela no respetaran una decisión que tomaste sobre tus hijos o hijas? Tal vez con la comida, los horarios, o una forma de hablarles. No siempre es fácil abordarlo, pero sí es importante.

Más allá de lo que se permite o no se permite con nuestros hijos e hijas, lo que está en juego es algo más profundo: el respeto entre adultos dentro de la familia.



El respeto comienza entre adultos

Pensemos en lo siguiente: si yo, como adulta, digo que algo no me gusta o que prefiero que no ocurra determinada situación, lo esperable es que dentro de mi familia eso sea tenido en cuenta. Esa consideración es una forma básica de respeto.

Este mismo principio debe aplicarse a la crianza. Cuando el abuelo o la abuela no respetan los límites que establecemos con nuestros hijos o hijas, no se trata solo de una diferencia de opinión: se está debilitando el respeto por nuestra función como adultos responsables de esa nueva familia.


Una nueva etapa, una nueva familia

Al convertirnos en madres, padres o cuidadores, comenzamos a formar una nueva familia. En ella, los adultos que la conformamos definimos acuerdos, normas y formas de criar. Estas decisiones deben ser respetadas por las demás personas adultas, incluyendo al abuelo y la abuela.


Si ellos no pueden acompañar esos acuerdos, entonces nos corresponde a nosotros poner límites claros también hacia ellos.


Por ejemplo:

  • Si el abuelo o la abuela no respetan qué se puede o no se puede comer, quizá tengamos que reservar ciertas comidas para otros espacios en los que podamos asegurar nuestras decisiones.

  • Si no respetan la hora de dormir, tal vez no puedan quedarse a dormir con ellos.

  • Si no acompañan decisiones sobre el uso de pantallas, la ropa o la forma de hablarles, es importante revisar qué tipo de espacios les estamos ofreciendo.


¿Y si necesitamos su ayuda en el cuidado?

Sabemos que muchas veces contamos con el abuelo y la abuela para el cuidado cotidiano. Y ahí surge una pregunta muy real: ¿cómo sostener nuestros criterios sin generar conflicto ni perder su apoyo?

La respuesta no es simple, pero hay algo que sí puede guiarnos: el respeto. Porque sin respeto entre adultos, es muy difícil que los límites hacia las niñas y los niños se mantengan con coherencia y afecto.


En resumen, hablar de límites con el abuelo y la abuela no es solo una cuestión de crianza. Es una oportunidad para mirar cómo nos estamos relacionando como familia, y qué lugar ocupamos en esta nueva etapa.


Respetar las decisiones de quienes crían no es un capricho, es una necesidad. Y también una forma de cuidar el vínculo entre generaciones.


Poner límites también es una forma de cuidar el vínculo, no de romperlo.


¿Te sentiste identificada o identificado con esta situación? ¿Qué límites has tenido que poner con el abuelo o la abuela? ¿Cómo te sentiste al hacerlo?

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