¿Tu hijo/a pega? Transformemos la agresividad en habilidades emocionales
Pegar, morder, tirar del pelo son todas reacciones impulsivas generalmente generadas por emociones como el enojo y la frustración. Sin embargo, en niños y niñas pequeñas muchas veces nos desconcierta ver estas reacciones en diferentes momentos del día, que no siempre parecen vincularse con el enojo.
A veces nos encontramos con madres y padres con hematomas y marcas de mordeduras, desesperados por comprender qué desencadena esa conducta.
Tenemos que tener presente que en la primera infancia las conductas no se deben a un pensamiento que la desencadena y mucho menos que pueda regular la acción. Lo que entendemos es que hay una emoción fuerte que se presenta, y frente a la misma, el cerebro actúa como puede. Sobre los 2 a 4 años es frecuente encontrarnos con las reacciones mencionadas.
Entonces, ¿si es algo esperable, no hacemos nada? Al contrario, como adultos nuestro rol es brindar herramientas para que ese cerebro inmaduro pueda desarrolla estrategias de regulación, y así gestionar sus emociones y darle una respuesta de comportamiento adecuada.
En primer lugar, es necesario tener en cuenta el estado general del niño o la niña. ¿Está cansado? ¿Tiene hambre? ¿Aburrido? Cualquiera de estas situaciones puede desencadenar con mayor facilidad acciones de desregulación. Nos pasa a nosotros adultos, si estamos cansados es probable que tengamos menos paciencia y explotemos con más facilidad.
En segundo lugar, una herramienta muy efectiva es la de prevenir. Un ejemplo muy común es cuando llega el adulto luego de varias horas lejos del niño, puede suceder que junto con el abrazo y beso nos de la bienvenida con un mordizco. Al saber esto, podemos tomar acciones preventivas para evitarlo.
Finalmente, a mi gusto de las herramientas más importantes, es poner palabras a la situación y determinar con palabras las acciones aceptables y cuales no. Si seguimos el ejemplo anterior, cuando vemos que viene el mordizco, describimos con nuestras palabras de adulto lo que está sucediendo: "Te da tanta emoción el ver a mamá, que a tu cuerpo le dan ganas de morder, pero ¿te acordas que hablamos que eso duele? por eso no lo hacemos. Mejor vamos a hacernos cosquillas". De esta forma vamos construyendo pensamiento en el cerebro aún inmaduro de nuestro pequeño, y establecemos limites de cuidado y respeto.
En resumen, debido a su desarrollo cerebral aún inmaduro, estas conductas impulsivas y de tinte violento son esperables en niños pequeños. Sin embargo, es importante que los adultos brinden herramientas para que puedan desarrollar herramientas de gestión emocional y expresarlas así, de manera adecuada.
Lic. Claudia López. IBCLC
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