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La importancia de la seguridad en el sueño infantil



Cuando hablamos del sueño infantil, a menudo escuchamos términos como "asociaciones de sueño". Sin embargo, más que enfocarnos en ese concepto, es importante entender qué necesita el cerebro para poder dormir: seguridad.

El cerebro y la seguridad: un requisito para el descanso

El sueño no ocurre en cualquier circunstancia. Desde una perspectiva evolutiva, el cerebro está diseñado para priorizar la supervivencia. Si percibe señales de peligro, se activa, impidiendo que nos relajemos y conciliemos el sueño.


Un ejemplo claro es lo que ocurre en los adultos: dormir en una cama nueva o en un entorno desconocido puede generar incomodidad. Tal vez no logremos relajarnos por completo debido a pequeños detalles como ruidos extraños o texturas diferentes. El cerebro evalúa constantemente el entorno y pregunta: ¿Es este un lugar seguro para descansar?

La seguridad en el sueño de los recién nacidos

En el caso de los bebés, esta evaluación de seguridad está profundamente conectada con el contacto físico y sensorial con quien los cuida, especialmente durante los primeros meses de vida. Los recién nacidos encuentran seguridad en estímulos como:

  • El contacto piel con piel.

  • El olor de quien los cuida.

  • El sonido del ritmo cardíaco.

  • La experiencia de la lactancia, que no solo provee alimento, sino también un conjunto de estímulos que calman y tranquilizan al bebé.

Estos elementos les brindan una sensación de protección que permite que el cerebro "se apague" para priorizar el descanso.

Cómo cambia con el tiempo

A medida que los niños crecen, el concepto de seguridad se amplía. Empiezan a incorporar otros estímulos que también les generan tranquilidad, como una rutina consistente, objetos de apego (como un peluche o manta), o incluso las palabras y gestos de quienes los cuidan. Estos elementos facilitan la transición al sueño y refuerzan la sensación de estar en un entorno seguro.

¿Qué podemos hacer como cuidadores?

  • Crear un entorno tranquilo y predecible, especialmente durante las rutinas previas al sueño.

  • Respetar las necesidades de cercanía física y emocional, especialmente en los primeros meses.

  • Entender que las "asociaciones de sueño" no son un problema, sino una manifestación del deseo del cerebro de sentirse seguro.

El sueño comienza con confianza

Más que centrarnos en "enseñar a dormir", debemos enfocarnos en construir un espacio donde los niños y niñas puedan sentirse protegidos. La seguridad emocional y física no solo facilita el sueño, sino que también refuerza el vínculo con quienes los cuidan.

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